viernes, julio 30, 2004

El CRM y Los Calamares en Madrid

 
Algun dia, pocos afortunadamente, me toca comer de whopper y otros de pollo-patatas. El tema pollo es mucho mas atractivo que el de hamburguesa pero en la variedad esta el gusto.
Para comprar el pollo con patatas utilizo un bar, Los Calamares, que esta en la calle Francisco Silvela de Madrid cerca del cine Victoria, proximo a un McDonalds y a un Burger King.
Desde que iba al colegio, lejanos 70, existe el bar, existen los camareros y existen los pollos. Lo que no sabia es que también existia el CRM aunque ellos no lo sabian.
Desde la calle ya te estan llamando la atencion, enormes escaparates desde los que se ve el interior: la barra de bar, el asador de pollos, la cocina, los tablones de anuncios,...
Una vez dentro te tratan en funcion de tu destino. Que te vas al asador de pollos te dicen un mensaje ¿que desea?, que te vas a la barra ¿que le pongo?, te dicen otro. Facil, rapido, eficaz y tradicional desde hace años.
Mi experiencia deriva mayormente hacia el pollo-patatas y como me lo como solo, pido medio pollo y racion de patatas.
El camarero empieza a ponerse en marcha segun le empiezo a contar: medio pollo y pata... Y el tio grita ¡una de patatas! Mientras se gira a la bandeja de pollos que tiene recien descolgada de la barra del asador, o sea calentitos. Trinca un pollo y el cuchillo, lo pone en un mostrador que tiene a sus seis y le atiza un corte al pollo en dos mitades perfectas. Estira el brazo y deja medio en la bandeja a su una, estira el otro y coge una bolsa de plastico transparente a sus siete. Mete el pollo dentro le da un giro de muñeca y lo echa sobre una resma de papeles de estraza a sus nueve. Coge el de mas arriba, FIFO, y lo enrolla a la velocidad del rayo mientras te mira y te dice, ¿salsa va a querer? Le digo que si y coge el vaso de plastico y el cucharon, se gira a sus tres, hunde el cucharon en el caldo que escurre de los pollos que se estan asando y llena el vaso. Coge una tapa lo cierra y le pega un golpe de mano abierta que lo deja hermetico total mientra retumba el mostrador. A sus nueve tiene las bolsas para llevar, otra vez FIFO y mete el pollo y el caldo mientras te mira y te dice, 4.80. Te cobra y se pone con el siguiente cliente.
Mientras tanto las patatas las ha cogido un camarero de la barra, las ha echado en el caldero de aceite, las coge una vez fritas y te las mete en una bandeja de aluminio que tapa con papel también de aluminio de un rollo que tiene debajo del mostrador. Se las pasa a otro camarero y te las entrega en mano directamente para meter en la bolsa.
Por supuesto la bolsa lleva todo lo necesario para que por la calle triunfes a los ojos ajenos porque tiene mas estilo que la del Burger y seguro que es mas barata.
La experiencia del pollo ya en casa es superior: sabor, color, calor, patatas tiernas y no amarillas...y el caldo.
Estoy convencido de que con mas frecuencia de paso el camarero me serviria sin decirle nada, pero iba a acabar de pollo hasta las orejas. Por eso otros dias me compro calamares, croquetas,... Que pasan por el caldero de aceite y no tienen tanto ritmo.
Otros dias también me tomo una cañita con tapa claro y de las buenas, pero eso es otra historia.

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